La visión del presidente Emmanuel Macron para reactivar la economía francesa es a largo plazo y no es más que la primera etapa de un plan que tendrá una duración de cinco años. Este plan consistirá en reducir la deuda pública en cinco puntos hasta llegar al 91,4% del PIB para el año 2022.
Pero en lo que llega el 2022, el objetivo para el año entrante es reducir el gasto público en 0,7% del PIB. ¿Y cómo lo lograrán? Bueno, “fácil”: Se administrarán recortes en casi todas las partidas ministeriales, lo cual no trae mucha alegría al pueblo francés pues los ámbitos más afectados serán:
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Las ayudas a la vivienda, y
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El empleo.
A través de una drástica reducción de los contratos subvencionados, y la congelación de grandes proyectos de infraestructuras.
El ejecutivo quiere también bajar el déficit público durante el próximo año en 0,3 puntos —del 2,9% previsto este año al 2,6% en 2018, en cualquier caso, por debajo del tope del 3% fijado por Bruselas e incumplido continuamente la última década— y en 0,3 puntos las retenciones obligatorias de los hogares y empresas.
Y COMO NADA ES COLOR ROSA...
La izquierda y organizaciones no gubernamentales como Oxfam no han tardado sin embargo en denunciar el presupuesto como el causante seguro de una “injusticia social” que solo beneficiará a los más ricos.
Sin embargo, Bruno Le Maire, ministro de economía replicó que las reformas fiscales beneficiarán a todos los franceses sin excepción y no solo a los más ricos, pues estos planes sirven también para proteger a los más modestos y frágiles, al mejorar el poder adquisitivo de toda la población. De igual manera, el Gobierno promete reducir progresivamente el impuesto sobre la vivienda para el 80% de los franceses entre otras cosas.
PERO NO SE DEJARÁN DESALENTAR Y...
El Gobierno espera rebajar 10,000 millones de euros de impuestos hasta finales de 2018.
